miércoles, 8 de diciembre de 2010

te rompen el corazon sin darse cuenta

Los niños nos rompen el corazón sin darse cuenta.

A los adultos nos gustan los amores estables, serios, que perduren en el tiempo.

El amor de los niños es espontáneo, sincero, incondicional, pero varía en el tiempo. Cambia todos los días.

Ahora que mi hija está pequeña, me salta encima, me da besitos, llora si me demoro, ya aprendió a decir que me extraña. Pero sé que ese amor cambiará. Llegarán las amigas, los grupos, otros amores... y yo seré un rol en su vida, el de su mamá.

Yo creo que por eso se ve que tantos padres tratan a sus hijos como con un pendiente nunca aclarado, una rabiecita medio asomada de decepción, de no recibir lo que se esperó.

El bebé creció y no fuiste siempre su héroe ni su amor más grande del mundo.

Por ahora me dedico a disfrutar y ojalá sepa entender que tener una hija no es recibir una promesa de amor ilimitado.

Quizás sea ilimitado solo el que nace del corazón de las madres. Y debe ser gratuito porque lo que se recibe a cambio, mutará muchas veces, crecerá como sus huesos y se alejará como su ropita, sus juguetes y sus espacios de bebé.