Tanto Fernando como yo, tenemos una herencia de línea femenina de tendencia pesimista, mamás que nos quieren mucho pero que con una sentencia pueden oscurecer el más límpido día.
Y ambos estamos aprendiendo de mi jefe actual, E. Pedraza, una cosa que nos suena rarísima que es una oración con Fe, en positivo y hacia la abundancia. No del estilo "Señor, por favor sácame de esta crisis", sino "Señor te agradezco por la bendición que estás trayendo a mi vida en mis proyectos".
Por eso, acepto bien el regaño, y siendo de esta manera, ya no le pido más a Dios en una oración angustiada que cambie el corazón del chico que le dio por padre a Isabela, sino que más bien le digo, confiada y tranquila:
Te agradezco, Señor, porque haces del papá de mi hija un hombre bueno, responsable y amoroso, que alaba tu bondad al hacerlo intermediario para esta nueva vida y porque bendices su trabajo para que pueda con generosidad compartir con la niña lo que necesita y porque lo mismo haces conmigo, bendices mi trabajo y haces abundante mi economía, así como me das un corazón tierno y tranquilo que sabe perdonar y ver lo mejor de cada persona. Amén.