En la clase de estimulación, nos dijeron que les dieramos un juguete a los niños y luego se los alejáramos para que ellos fueran por él, a través de varios obstáculos.
Mi hija superaba diestramente los obstáculos pero con un agregado adicional: los gritos de enojo porque le había quitado el juguete.
En la casa de su abuela, le di a tomar de un vaso y cuando terminó le dije: "ve y le llevas el vaso a tu abuela que está en la cocina" y para mi sorpresa, ella recibió el vaso y se fue a llevarlo; en esas, mi mamá salió corriendo a contestar el teléfono y mi hija siguió tras ella por toda la casa hasta que se lo recibió. Esa orden fue una frase larga, pero ella la entendió perfectamente.
Ella parlotea todo el tiempo, aunque no se le entiende y mientras no se le contradiga, es muy simpática y sonriente.
Había botado al suelo, desde la cuna, el teléfono inalámbrico con el que estaba jugando y se desbarató. Mucho rato después, que la bajé de la cuna, se metió debajo, sacó la tapita que se había desprendido, me llamó, tenía en una mano el teléfono, en la otra la tapita y me los entregó.
La llevaba vestida y perfumada, con sombrerito, pasamos por el frente de la casa de su niñera y se volteó para el otro lado, cuando entré a saludar, empezó a llorar y se me agarró; cuando la llevo de mañana y me voy, se queda tranquila; en cambio ya distingue que cuando nos levantamos y la baño y nos vestimos juntas, vamos para alguna parte.
Si quiere comer algo o tomar algo abre la boca y dice "a" parece un pichón.
Yo todavía conservo la misma obsesión del primer día: me quedo viendola dormir, su carita inocente, el ritmo de su respiración, acaricio su mejilla y le digo cosas bonitas. Ahora miro también lo largas que están sus piernas, recuerdo lo cortita que era. Soy toda una mamá llena de añoranzas y eso que sólo han pasado 15 meses.
Es corto el tiempo de tener un bebé... es como un año nada más. Ya no es tan bebé. Es una persona y yo cada vez más me entero de eso.
Confieso que estoy aterrada, es como apenas darme cuenta de la responsabilidad de un hijo, de criarlo, verlo crecer, hacerlo crecer y más difícil todavía, dejarlo crecer.
Cuando la veo saltar y compartir esa sonrisa de almanaque Nestlé, le digo "y por qué eres tan feliz, le creíste a mamá cuando te dijo desde la barriguita que eres una niña feliz" y ella sigue riendo y saltando. O llorando en sinfonía con todas las notas musicales, cuando se le dice "no".
Es tan ella y me voy dando cuenta que es inteligente, alborotada y muy llevada de su parecer.