Aunque a veces he compartido apartamento con otras personas, desde que me fui de la casa materna he vivido de manera muy independiente y eso va haciendo un límite difuso con un estilo de vida solitario. Uno se acostumbra a encontrar las cosas tal y como las dejó, por ejemplo; a mirarse bien en el espejo antes de salir porque no hay quién diga que tiene un hilo suelto o una mancha en la ropa y muchos detalles similares que van llenando los días de silencio, y en el silencio se encuentran muchos tesoros, porque en el silencio habla el corazón y la verdad, no me quejo de la soledad porque en el fondo, es una elección que he hecho.
Sin embargo... estoy descubriendo que hay otras formas de hallar tesoros y verdades, en el polo opuesto, es decir, en la compañía, en el día a día con otra persona.
Y así me he sentido, reacomodada. A medida que Isabella crece, la manera de convivencia cambia. Ya no es la bebecita indefensa que hay que vigilar 24 horas al día y orientarla todo el día, atenderla y cuidar.
Ahora es una compañía mucho más dinámica, una habitante de la casa que toma decisiones y actúa por sí misma. Igual, sigue la vigilancia y el cuidado, pero ahora ella también cuida de mí.
Cuando me visto me dice: "yo veo mamá" y me mira y me dice si estoy "linda" o me dice que mejor me ponga un vestido para que baile con ella. Me aplaude cuando hago cosas bien y pregunta a dónde vamos, quién llama por teléfono y qué dijo.
Si le doy unas instrucciones, las repite y las entiende, "vamos al baño, haces chichí, luego te baño, te visto y te doy el desayuno". Entonces va al baño y hace chichí y luego me dice "teiminé mamá, ahola bañal", después me dice "ya bañamos ahola me pone mi vestido".
Muchas veces en mi interior, me concebí como isla. Y ahora qué soy? Un archipiélago, y quizás, a medida que ella crece se convertirá como un enlace que me transforme en península, como un enlace con el mundo, ese mismo que ahora parece más divertido porque tiene pelotas de colores y helados con bolitas de chicle.
martes, 21 de julio de 2009
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2 comentarios:
Sin duda, los hijos son (somos) la oportunidad para salir de nuestro propio corazón y gozarnos en la alegria de la vida. Gracias por compartir.
Gracias Andrea por la invitacion, como vez a qui estoy pasando por tu bello blog.
Que lindo lo que cuentas, que ahora que Isabella se hace mas grande se convierta en mas que una hija, una compañia y en compinche para ti.
Un beso a las dos
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