miércoles, 12 de enero de 2011

Nadie quiere jugar conmigo

Yo estaba en la cocina y escuché un llanto de mi hija, fui a ver, a un sólo grito me decía "nadie quiere jugar conmigo"...

A mi no me gusta que la niña salga a la calle. Ya hay vecinas y vecinos que la rondan y la invitan a jugar pero yo les digo que está muy temprano o muy tarde. A veces los dejo entrar a la casa pero no me gusta que se acostumbren.

Lo que hago es abrir la reja de la puerta y dejarla jugar ahí a través del enrejado. Ella les presta juguetes y juegan. Hoy sacó su cocinita en forma de castillo que recibió en Navidad. Pero claro, las niñas no podían jugar a la cocinita a través de la reja y se pusieron a jugar fuera del alcance de Isabella.

Cuando se sintió sola, gritó. Yo, con el corazón partío pero disimulando, le abrí la reja y la dejé salir hasta la acera, llevó su cocina. Estuvieron jugando pero los niños las molestaban y no las dejaban jugar tranquilas a sus cosas de niñas. Escuché el estruendo de la cocina cayéndose dos veces. Finalmente la entró a la casa y sacó muñecas.

Cuando llevó las muñecas, las niñas se habían ido, eran las 7:00 y yo había escuchado que tenían hambre. Otro llanto.

La entré, le expliqué que uno juega con las personas cuando ellas también quieren y pueden jugar. Se metió en su cama a ver una película con el ceño fruncido. No quería ni comer y se durmió.

Ahora ya no quisiera ni abrirle la puerta de la calle. Las cosas no son tan fáciles como uno piensa.

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