lunes, 15 de agosto de 2011

breve historia conocida del tiempo

Diáfanamente, regiamente, va pasando el tiempo de mi vida.

La vida me ha confiado el regalo esplendoroso de ser ella misma con conciencia, convertida en mí. La Vida superior, Inteligencia y Amor, se ha compartido en el misterio y me ha permitido ser yo.

Treinta y cinco años, gloriosos y abundantes, con lecciones y preguntas, con ambiciones y respuestas.

Cuando pienso en la eternidad, me siento desprotegida y temerosa, y entonces recuerdo que la Fe es creer en Quien puede suplir esta necesidad de confianza en que lo que se siente como importante, nosotros mismos, lo seamos.

Cumplir años, dicen, es mejor que la alternativa, ¡claro que sí!

Disfrutar y también sembrar. Cuidar y también gastar. Cansarse y descansar. Orar y amar. Es todo un arte instantáneo y a la vez tejido.

Gracias, Señor, por entre todas las cosas y posibilidades y tiempos,tener la gran oportunidad de existir.

(Y así debería quedar yo curada del mal del pánico que a veces con su rescoldo me inquieta, al saber que estoy alegre y agradecida de mi propia vida, y que es verdad).

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