domingo, 17 de febrero de 2008

Cambiar

Historia 1. El sabado pasado estuvimos Isabella y yo saludando a alguien que conocimos al mismo tiempo que a su papá. El tipo en ese tiempo era francamente un baboso, morboso, irrespetuoso y como se puede ver, me caía super mal.

En cambio ahora, se portó como una persona cuerda, amable, nos invitó a cenar y mantuvo una charla interesante, le dio regalo a Isabela y no hizo ningún comentario fuera de lugar. ¿qué puedo pensar, que no lo había conocido mejor porque como él mismo dice yo sólo tenía ojos para aquel que después se convirtió en el papá de Isabella, o esta persona cambió de actitud hacia mí o cambió su forma de ser desde hace un año y medio que lo conocí? El había cometido un error involuntario en su forma de comunicarse conmigo pero ahora casi podríamos ser amigos.

Historia 2. Por los tiempos de mi embarazo conocí a otra persona, un sujeto amable, muy tierno en su manera de tratarme, casi más de lo que estaba acostumbrada a tratar con mis amigos, inteligente, creyente. Esta persona también cambió, ahora conozco otro rostro suyo, frío, distante y orgulloso. El había cometido un error involuntario en su forma de comunicarse conmigo pero va con él como tizón encendido sin dejarlo pasar. Y casi no podemos ser amigos.

Comentarios: Quiero enseñarte, mi pequeña Naunet, que las personas cambian, siempre cambian, que es parte de la naturaleza humana y que en la familia, en la amistad y en el amor, hay que dejar girar a las personas en sus múltiples caras, conocerlos, en la medida de lo posible seguirles queriendo y empezarles a querer en cualquier momento y obviamente, saber guardarse en la penumbra y el silencio cuando el rostro que muestran es demasiado huraño, demasiado ermitaño.

Tu madre inconclusa quiere enseñarte a saber despedirse sin concluir, y a saber concluir sin despedirse.

Alguna vez te contaré no dos, sino n-muchas historias de personas que han cambiado. Y tú tomarás tus decisiones al respecto.

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