He estado llevando mi espiral de manera tranquila, sumergida en la sonrisa de tres dientes de Isabela, cocinando sus sopitas saludables y amorosas, organizando y desorganizando mi casa, repasando en el dvd mi serie favorita, enviando hojas de vida, asistiendo a entrevistas, haciendo ajustes para reclamar la paternidad de Isabella... dias ocupados pero tranquilos, tratando de salir poco para gastar poco y viendo como mi mamá se preocupa por mí y comparte con nosotras su pago semanal que es tan chiquito q no entiendo como le alcanza... cosas de mamás...
En fin, yo sintiendome a ratos apachurrada, a ratos enérgica, he creído que estoy bien...
Hasta que la evidencia del traidor apareció en la madrugada, un fuerte dolor en el estómago, justo allí donde estaba la gastritis de hace tiempos que yo creía derrotada, la evidencia de las preocupaciones mal llevadas, de perdones mal dados, de rencores ocultos.
Hace poco me tragué dos conceptos de amigos bienintencionados: Uno, que me recordó que el sufrimiento y la muerte son consecuencia del pecado, en una sentencia tan afilada y limpia que bueno uno concluye... el que sufre está llevando la carga de sus errores, que no se queje mucho... me llevó más o menos una semana pasar el amargo de este comentario y creo que todavía está en mi aire alrededor.
El otro, un reclamo acerca del origen sexual e irresponsable del embarazo que ha puesto a girar mi vida. Esta parte ya la tengo conjurada, y no me importa lo que la gente diga si mi hija es el hermoso testimonio de lo bien que puede Dios escribir derecho en renglones torcidos. Lo difícil fue oirlo de la persona que lo dijo.
Inquieta, he buscado en mi interior lo que sé y lo que siento sobre la Misericordia de Dios, que no la merezco pero El me la da porque así es El, no le importa cómo soy yo.
No quiero más traiciones a la madrugada, enfermedades ocultas por sentimientos reprimidos, quiero vivir mis etapas como son, en honestidad conmigo misma, sin guardaditos ni odios secretos. Pasar las dificultades con esperanza, con lágrimas, con oración, con consejos, con ayuda inesperada y esperada, con decaimiento y resurgimiento, como ser humano, como persona y como mujer.
viernes, 1 de febrero de 2008
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