viernes, 15 de agosto de 2008

Alguien que Cuide de Mi

El festivo 7 de agosto fuimos a un parque recreativo con piscina. Era la primera vez acuática de Isabella, en vestidito de baño, bajo el sol; yo estuve todo el tiempo detrás de ella poniéndole un sombrerito, aplicándole bloqueador solar, y hasta tengo un hombro más bronceado que el otro: el que ofrecía al sol, buscando darle una sombra a la niña.

Así, instintivamente, sin pensarlo mucho, he pasado a ser una esmerada cuidandera, que si le pruebo la sopa, el tete, que acolchonar los bordes del sitio donde duerme, que sacudir las cobijas que no haya bichos, que no vea cosas feas en televisión, que mirarla a los ojos y saber si está contenta, si tiene sueño, si alguien le gusta o no, que lo que agarra no sea pequeño, que mastique y trague... suena extenuante pero se hace cotidiano.

Pero esta naturaleza humana, siempre quiere cobrar lo que da; esta gripa rebelde de casi dos meses me hace pensar... Posiblemente yo también estoy reclamando alguien que cuide de mí.
Quizás alguien que al verme achicharrarme al sol me hubiera acercado una sombrilla.

Recuerdo que entre los novios, hay unos que buscan en toda mujer a su mamacita, son desesperantes; otros, son protectores al estilo de un policía, insoportables; hay otros, mis preferidos, que son una mezcla de protector, alcahuete y mascota, que te pasan al lado interno de la acera, te dan la mano al cruzar la calle, te miran directo a los ojos para saber cómo estás, pero aunque no son un molesto satélite girando alrededor, en el sofá se enroscan para que les hagas una caricia.

Pero no son sólo los novios los que pueden dar esa sensación de "alguien me cuida"; recuerdo también a Dorita, la abuecatequista que me adoptó embarazada, cuando yo estaba pálida, barrigona y a la expectativa. Por Dios, que había pasado vida y media sin que alguien me preguntara "cómo estás, tienes hambre, por qué te habías demorado en llegar" y me esperara con la cena caliente en una ollita. Me dio pescado (¡tantísimo!), escucha y un sitio donde reposar y retomar fuerzas para el camino.

Sé que las Potestades espirituales me cuidan, yo lo siento en mi corazón día a día pero también sé que mi presente adolece de alguien presente en esta dimensión, alguien que cuide de mí.

3 comentarios:

Princesa Hinamori dijo...

Isabella y Andrea se ganaron un Premio!!!

Anónimo dijo...

Hola Andrea, no te he visto por el msn, te agregue desde la semana pasada que me devolviste el mensaje privado en babysitio.

¿Sabes una cosa? Así era mi papá, si, me daba la mano, me daba de comer, me soplaba la sopa, me revisaba el pescado, no recuerdo nunca haberlo visto enfermo al menos de chica, de grande si pero de chica no, siempre muy activo conmigo, y tampoco tenía nadie quien lo cuidase, ni siquiera mi abuela, por eso cuando crecí me hice la idea de quien tenía que cuidarlo era yo, y de alguna manera así ha sido, le hablo en las mañanas a ver si ya se levanto, o simplemente para saber por que no me marco como siempre, me preocupo cuando sale de viaje, quizás no era mi responsabilidad, pero él no tenía quien le preguntara como había amanecido, ni que sentía por estar solo, solamente estaba yo, y yo le hacía esa clase de preguntas que le sigo haciendo a pesar de ser ya una mujer casada, con una hija algo mayor a tu Isabella, a pesar de estar embarazada y casi a punto de parir, aún pienso que debo cuidar a mi padre.

Cuidate y nos leemos.

Constanza Yáñez dijo...

Andrea:
Hace mucho tiempo conocí a una muchachita segura de sí misma, que caminaba fuerte y firme por este mundo.
Ella se sentía sola ¿Lo recuerdas?
LLenó su mundo buscando amor aquí y allá.
Y encontró un milagro llamado Isabella...
Parece que ese milagro no es suficiente... sigue buscando...
¿Sabes?
Hay huecos que núnca se llenan... y es mejor así...

Te abrazo con cariño mi niña.
Besos a mi Isabella preciosa.