lunes, 4 de mayo de 2009

"Dios no tiene nietos, tiene hijos"

En mi bandeja de correo tengo un mensaje fechado en abril 26 de 2008, un boletín de Amigos en la Fe guardado esperando un momento apropiado para compartirlo, porque me llegó al corazón y a la inquietud desde la primera vez que lo leí.

Dios no tiene nietos, dice (al final dejaré el texto completo) y yo miro a mi bebé, conciente también de mi responsabilidad con su vida espiritual, de llevarla hasta un cierto punto donde ella camine por su propio camino de Salvación; y uno piensa, esta bebé con esa mirada, con esa sonrisa, con esa luz... ¿de qué necesita ser salvada? ¿en qué momento tendría que empezar a vivir ese camino espinoso y feliz que trae la Fe?

El día de su segundo cumpleaños, al despertar le canté el "años filiz" y la orienté en una oración, "gracias a Papito Dios por el regalo de tu vida". Y ella acogió con alegría ese "PapitoDios" y lo repite con un encanto que estoy segura que los ángeles hacen coro cuando ella se dirige a El de esa manera.

- "Dónde está Papito Dios" le pregunto y ella responde "zielo y zon". En el cielo y en el corazón.

Sin mucha teología, ella acepta y aprende. Absorbe. En algún momento de su vida, tendrá que aceptar a Jesús en su corazón como un acto de voluntad y Fe pero por ahora, es maravilloso ver cómo "Papito Dios" hace parte de su vida y su vocabulario, tanto como "pimy" su osito, "abuelita lola", su "bebé" favorito, y por supuesto "mi mamá mía".

Anoche le pregunté "Isabella quién te ama mucho". Y ella respondió "¡mamá!"
- Muy bien, mamá te ama y quién más
- ¡Papito Dios!

Mi pequeña maestra... yo sonreí y también repetí después de ella lo que a veces la memoria olvida, que Papito Dios me ama mucho.

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Dios no tiene nietos

Supongo que el título te habrá resultado sugestivo ¿Qué afirmamos al expresar que “Dios no tiene nietos”? Te pido un poco de paciencia y atención.

Podríamos plantearnos la hipótesis de la siguiente manera: “Los hijos de los creyentes, por serlo, no son nietos de Dios”. En la problemática de la trasmisión de la fe, a veces pensamos incorrectamente, que comunicando a nuestros hijos los conocimientos que tenemos de nuestra religión, con ello será suficiente. Hay un aspecto doctrinal que necesita ser comunicado, nuestra fe posee un credo, pero el cristianismo no se reduce a una comunicación de ideas.

Muchos hombres incrédulos tienen informaciones adecuadas sobre datos de la vida y las enseñanzas de Jesús. Saben que nació en Belén, y que su madre se llamaba María, conocen el modo de su muerte con bastantes detalles, pero y sin dudarlo, afirmamos que no lo conocen a Él. Los guardias que conduce Judas al lugar donde se encuentra Jesús, antes de su pasión, al enfrentarse con Él que les pregunta a quien buscan, le responden a Jesús el Nazareno. Se encuentran delante de Él, conocen su nombre, pero no lo conocen a Él.

Jesús le dice a la mujer samaritana, que se encuentra junto al pozo: “Si conocieras quien es el que te pide de beber”. En la Sagrada Escritura, conocer es una relación vital que se establece entre dos personas, este concepto no se reduce en el mundo de la Biblia a una operación intelectual.

El cristianismo brota de un encuentro con Cristo Resucitado. Podemos y debemos testimoniarles a nuestros hijos a Cristo con palabras y obras, para que se manifieste la Belleza de la vida cristiana, y ésta ejerza una suerte de atracción del corazón de los nuestros. Pero inevitablemente, tendrán ellos que vivir su encuentro con el Señor. Los hijos de los creyentes, por serlo, no son nietos de Dios, porque Dios no tiene nietos, tiene hijos, y para serlo, hay que aceptar personal y libremente la invitación a vivir la vida desde esta experiencia de la fe.

El encuentro con el Señor, es un acontecimiento de gracia, que los padres preparamos con la oración y nuestro propio testimonio. Podemos acompañarlos, aproximándonos con ellos hasta el umbral del pórtico que conduce al encuentro con el Señor, pero la palabra final sobre esta decisión la tienen ellos.

Jesús está Resucitado, este es el grito de la noche pascual, Él se encuentra en medio de nosotros, “todos los días hasta el fin del mundo”. No estamos solos en la tarea de comunicar la fe, pidamos al Señor la ayuda necesaria, para que complete la obra que ha iniciado.

Fr. Nelson M.
amigos@fraynelson.com

Pd.: Esta reflexión fue enviado por el Diácono Jorge Novoa. Tus textos son bienvenidos!

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