
En la tercera noche juntas, después de alimentarla en la madrugada y cambiar su pañal, me recosté junto a ella, exhausta.
Tenía los ojos abiertos y sentí que me miraba y yo la miré: es mi hija, la de la barriguita, la miss paticas, la bebé de mami, la llena de gracia, la dueña de mi blog…
Tan frágil, pero tan ella.
Le acaricié la mejilla y sentí que todo había valido la pena. La sentí poderosa y digna de mi amor y mi respeto. La siento tan inmensa y la veo tan pequeña.
Su esencia me rodea y me supera. Huelo su cabecita y la pureza me envuelve.
Tengo compañía, razón y valentía, me siento rara porque no estaba preparada para tanta fortuna.
Abril 21 de 2007
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