En mi tierra se usa un dicho para expresar valentía: "yo no nací en el mes de los temblores".
Yo ahora, en este enero del 2008 me siento en el mes de los temblores. La situación económica se va poniendo oscura por aquello del desempleo sumado a otros detalles que no quiero relatar aquí y claro también porque el padre biológico de Isabella sigue con su desaparición, 6 meses ya.
Estando de visita con mi familia, mi abuela y mis tias estan especulando acerca de quedarse aqui en el pueblo con mi hija, no les gusta la vida que ahora puedo darle: temprano al jardin infantil, en la tarde quedarse donde su niñera actual y esperar a que mamá llegue en la noche del trabajo. Fines de semana para ir al parque, jugar, hacer todo lo que en semana no se pudo... dice mi tía que económicamente puede sacarla adelante y las demás le ayudan con el cuidado.
Isabela las tiene conquistadas, con su simpatía, con sus tres dientes, con su chifladura de bebé que ya quiere verlo todo, tocarlo todo, meterselo a la boca y sobre todo las tiene conquistadas con su mirada, esos ojos redondos y oscuros donde uno puede leer promesas y esperanzas.
Yo ante las cosas que dicen simplemente me rio y les digo que no, que cómo pueden pensar eso, que es mi hija y que va conmigo donde voy yo, pero en el fondo, esto aumenta el temblor de mi mes de los temblores... ¿y si puede ser mejor para ella por lo menos mientras las cosas mejoran?
Me niego completamente a separarme de ella pero no dejo de preguntarme hasta donde me puede llevar el amor, el amor de madre.
viernes, 18 de enero de 2008
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