martes, 23 de noviembre de 2010

auto evaluaciones no automaticas

Esta mañana le hice un chiste a mis compañeras de trabajo en la cocina: "dejé el café por las tardes y los malos amores y ahora duermo mucho mejor". Nos reímos.

Sin embargo, es muy real.

El experimento de tener "novio", fue ácido y desmotivante. El corazón se cierra y la desconfianza vuelve a la mirada, cuando las cosas no resultan bien.

El hecho de tener una hija pequeña y al mismo tiempo tratar de equilibrar el tiempo con las otras obligaciones y además intentar construir una relación de pareja, resulta ser, cómo muchas personas lo dicen y repiten, complicado.

Además, parece ser que después de ser mamá, la ilusión cambia, ya no es un paraíso de dos, no existen en la mente las islas paradisíacas para juguetear en el mar, sino que la mirada se centra en buscar en ese hombre, la posibilidad de domingos en familia y que su corazón pueda amar a mi hija como ningún otro... sí, así de fantasioso: como no la ha amado en presencia su propio padre.

No sé si la ha amado en ausencia... pues como lo he aprendido yo, el amor necesita cercanía.

Y así las cosas, tuve un seudo-novio que amaba a mi hija y con el que se podían haber llegado a dar bien los domingos en familia.

Pero otros peros, se atravesaron y cambiar un bosquejo de papá por paz mental... no no, prefiero la paz. Es más útil en nuestra familia la paz de la madre.

En fin, Isabella me pide un papá. Y yo, no estoy segura que tenga por ahora cómo dárselo.

Al fin y al cabo, eso no depende solamente de mí.

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