Estoy conmigo misma, otra vez. Mi cuerpo para mí, mis pensamientos para mí, mi alimentación para mí. Hasta puedo tinturarme el cabello, hacer dieta o "tomar guardiente y decir..."
Los días de lactancia han terminado. Sabiamente entre la leche e Isabella se entendieron y en el momento que la bebé no quiso más, no hubo más producción.
Y yo que ya pasé:
- por el embarazo, la deliciosa invasión de una nueva vida dentro, con sus tres trimestres cada uno tan diferentes.
- el parto, la transición de embarazada a mamá y de conocer a la nueva personita, la hora cero, la hora del riesgo y de la clínica.
- la dieta, la hora de los adoloridos, la recuperación, los cambios hormonales, la sangre del puerperio, el llanto del bebé, las noches sin dormir, las visitas, los regalos
- la lactancia, el dulce dolor de los senos repletos de leche, y los cuidados, no comas frío, no comas caliente, no comas picante, no comas limón, piensa en lo que estás comiendo, toma coladas, toma hinojo, toma aguadepanela, no dejes que a la leche le de el sol.
Y ahora, ya casi dos años después de que inició toda esta aventura, empieza a haber silencio... llegan otras épocas, Isabella pasa de bebé a niñita y yo de materna a mamá.
Ya en mi cabeza no me concibo como un ser-mamá, sino como la yo de siempre ahora con otro rol, otra faceta para asumir, dentro de las demás.
En la intimidad de mí misma vuelvo a encontrarme con lo que era... es verdad que cambié, que nada vuelve a ser igual, pero las demás facetas de mí vida me estaban esperando para que después de que pasara toda esta "marea alta" de la maternidad, las retomara.
miércoles, 2 de abril de 2008
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