
El fin de semana hice un multifacético viaje a Bogotá, desde el jueves en la noche hasta el domingo en la noche que regresé. Pocos días, muchos sentimientos.
Lo más difícil fue dejar a Isabella sola varios días, es decir, sola sin mí, porque estaba con la familia que la cuida. Pregunté en un foro qué debía hacer, coincidieron en decirme que me fuera tranquila que ella me extrañaría pero sin sufrir y que le trajera un regalo lindo; que le explicara que me iba a ir y me despidiera normal, sin lágrimas, que no me fuera a escondidas.
Lo segundo más difícil fue convencer a Saulo de encontrar un espacio en su agenda para poder vernos (más liso que un bagre del Atrato), pero fue divertido y emocional, escuchar en vez de leer y verle trabajar en el taller de sanación post-aborto. Orar en comunidad siempre une las personas, y fue casi místico hacer el Rosario frente a frente, por lo general, él ora por mí y yo por él, pero creo que antes no habíamos orado juntos.
Cumplir los objetivos de mi viaje está fuera de concurso en esta escala de dificultad, ver a esa persona tan querida para mí ahí, en la tierra del dolor, de la miseria humana, gente hecha números, marcados como ganado; mujeres con la mirada triste y el gesto valiente.
Para matizar el dolor pues nada mejor que la alegría. Y yo encontré dos grandes fuentes:

El taller que mencioné (que será otro post), con Rosario y Eucaristía incluidos. Y por supuesto ¡¡¡los amigos y la fiesta!!!! (-Joha, tengo que ir a Bogotá este fin de semana -Super mi Andre, hay un concierto privado de Mauricio y Palo de Agua en La Tea, tenemos una mesa VIP reservada yo te invito...)
Mientras estaba trepada en una silla, bailando Colombia Tierra Querida, alcancé a pensar en este momento en el que escribiera este post, tratando de explicar mi aparente contradicción, de salir de una experiencia espiritual de profundización y encuentro hacia un bar lleno de ruido, baile y alboroto... Pero en mí no lo siento así, son nada más dos caras de una misma moneda, de mi búsqueda de la verdad y mi necesidad de sentir. Adentro y afuera, cuerpo y espíritu...
En el taxi hacia la Tea, Cris me preguntó "Andre, cómo te ha ido en Medellín" y yo empecé a contarle... a decirle cómo todo, al espectador casual, le puede parecer que voy de mal en peor, con algunas tablas de supervivencia. Sonaba una historia muy trágica y ella no la llevaba nada fácil con su chicharrón en que se metió.
Y media hora después... estar saltando, posando en las fotos, celebrando con los amigos, mientras llevo esta procesión por dentro era como un homenaje a "LA VIDA SIGUE" y al "CAMINA, CAMINA, CAMINA".

Pocos días, muchos sentimientos... Lo mejor fue cuando llegué, mojada por la lluvia, cansada, todavía congestionada por la alergia, cansadísima y la vi, a ella, sonriente, me saludó y me abrazó, tranquila... y en ese abrazo yo resumía que con todos estos altos y bajos, qué bonita que es mi vida.
1 comentario:
Todas las personas tienen procesiones por dentro, algo aprendi de Cristina y es prepararme neurolinguisticamente y me a funcionado tanto que ya no veo las cosas tan malas como son, lo unico seguro que tenemos es la muerte y cada uno es el unico culpable de que tan lejos o cerca esta, asi que vive la vida como una naranja con todo y pepas.
Un beso de corazon
te quiere
Tu amiga Johanna
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