Y como he aprendido que las cosas por lo general no me pasan solo a mí... lo dejo aquí para compartir, también con mi pequeña Naunet, cuando crezca y le sea de utilidad.
-------------------------------------------------------------
Doy gracias al que me da la fuerza a Cristo Jesús, nuestro Señor, por haberme
creido digno de confianza y colocarme en el ministerio. (1 Tim 1: 12)
Cuando algo se termina en nuestras vidas, el Espíritu Santo
quiere aprovechar para hacer algo nuevo
para ayudarnos a iniciar una nueva etapa.
Si nos hemos equivocado, si hemos sido humillados,
eso no es la muerte.
Tampoco es el fin del mundo.
Sólo es el fin de un mundo.
Pero con el poder y el amor de Dios podemos crear otra vida nueva,
otro mundo puede nacer.
En medio de una humillación Dios nos invita a amar la vida,
a asumir nuevos desafíos.
Pero no se trata de conformarnos con cosas insignificantes.
Aunque nos hayamos equivocado
tenemos derechos a iniciar cosas grandes, que valgan la pena.
Por qué no?
Quizás la humillación que hemos sufrido sea una purificaación
que nos prepara para algo más hermoso.
No hay que dejar de confiar en las posibilidades que Dios
ha sembrado dentro nuestro:
hay que atreverse a más, ir por más, buscar algo más.
Cuando empequeñecemos nuestra vida, atrofiamos nuestras capacidades,
y no es eso lo que quiere hacer el Espiritu Santo en nosotros.
Nunca hay que dejarse morir, porque creemos en un Dios de la vida,
que no nos quiere medio muertos.
Ninguna humillación tiene el derecho de arrasar con esa vida que Dios ama.
Al contrario de las cenizas, el Espíritu Santo puede hacer surgir maravillas,
si nosotros aceptamos el desafío.
PROPÓSITO DEL DÍA: Meditar cómo se manifiesta en mi vida presente, la certeza de la resurrección
No hay comentarios:
Publicar un comentario