sábado, 17 de mayo de 2008

De amigos y realidades

Javier me enseñó muchas cosas, los años de amistad con él me dejaron certezas profundas, quiero mencionar dos: Que la amistad nos acerca a Dios. Que la amistad entraña complicidad.

Como sacerdote de una comunidad, Javier pasa interminables horas ayudando a los demás y yo me sentía feliz de ayudarle a él, aunque no supe cómo era que yo simple escucha, simple compañía en la risa y en los dolores, le ayudaba. Además, las horas que el pasaba por mi vida, pasaba como un río, limpiando mi corazón de basurillas, siempre pensé que yo recibía más de lo que daba... y curiosamente era lo mismo que él decía... que él recibía más de lo que me daba.

Y yo me acostumbré. Empecé a tratar de descubrir en mis amistades verdaderos cómplices, casi compañeros de camino.

Pero las personas están muy heridas y no suelen acudir a Dios para que las sane y así tener sus corazones limpios para compartir con los demás.

Yo no soy la excepción.

A veces, el mundo parece hostil y frío. La vida se pone sosa. Y sólo nos quedan los sentimientos, pero ni siquiera ellos son tan importantes.

Los amigos quiebran nuestros falsos equilibrios con un comentario agudo. Fortalecen nuestras certezas con un movimiento de cabeza.

Y yo... que extraño a Javier y lo siento tan lejos como si de verdad se hubiera ido a la China (en su último correo me dijo que tenía ese plan), me estremezco de ver lo exigente que me volví... Cómo se me parte el corazón cuando veo que las personas que me rodean ya no quieren ser cómplices ni ser nada, sólo quieren ser cualquier cosa con tal de existir. No quieren amigos, no quieren a sus parejas, están en una gran carrera para no dejar de sentir.

"Amiga de chat" me dijeron hace poco y yo con las manos adheridas al teclado, tuve un sobresalto sobre la silla... sin embargo me lo tragué... sabía que tenía que aceptar con humildad mi lugar en el corazón de esa persona... Ni siquiera a mi mamá le puedo decir cómo me tiene que querer...

Pero no es fácil ser nada más la orgullosa mamá de Isabella, aunque sea la experiencia más especial de la vida. Y como todavía no estoy preparada para tener novio otra vez, ni nada en ese camino, tengo que rechazar algunos dulces ofrecimientos. Y me quedo, mirando "a través de la ventana"

Pero sí que extraño a esas amistades que construi en otros tiempos, más joven, más ingenua, con otras personas, más jóvenes, más ingenuas.

1 comentario:

Mavi dijo...

Andre, te voy a poner una frase que me dio una amiguita:
UNO NO HACE AMIGOS: LOS RECONOCE A MEDIDA QUE LOS VA ENCONTRANDO.
Y es muy cierto, por eso hay que saber conservarlos.

Besos.