miércoles, 28 de mayo de 2008

Desleir

Desleída poco a poco, desvaneciendo, disolviéndome en esta carrera del amanecer al ocaso.

Isabella se ha puesto sobre sus pies y ha empezado a andar, pasitos vacilantes, pero apenas hace unos meses era una cosita indefensa que no se podía ni voltear.

Y ahí, en esos pies firmes, en esas piernitas sanas que la sostienen, está invertida la grandísima suma de dinero que me ha costado alimentarla, vestirla, mantenerla.

Y los que saben dicen que mientras más crece, cuesta más.

Anoche vi un comercial, de una propuesta social para que las empresas donen un % de sus utilidades a las fundaciones que velan por el bienestar de los niños.

Y yo me pregunto, cuáles niños, a dónde hay que ir, y a mí quién me ayuda...

Ni siquiera Bienestar Familiar me ayuda, que es la entidad oficial más respetable en este país en asuntos de defensa de los derechos del menor, pues hace 6 meses ya que pedí una cita para exponer mi caso y dicen que tienen muchos, que no saben cuándo me van a atender.

Y yo, que voy caminando en el milagro del pan nuestro de cada día, no puedo ahorrar, no puedo proyectar, no puedo saber si terminaré la universidad, si podré volver al mar. Voy de quincena en quincena, con la sensación de ir arrastrándome, viviendo al día.

Mientras tanto, sigo viviendo en mi cuarto de 2 x 2,5, en la guerra a muerte contra las cucarachas y los ratones que se salen por los agujeros de las paredes y pienso, cómo puedo salir de aquí y no encuentro una manera. Pienso en irme de este país pero hay un millón de peros y varios millones de pesos que se necesitan.

Entre las familias que se apoyan van saliendo adelante, y la mía tan chiquita... Isabella hace su valioso aporte de sonrisas y balbuceos, pero esos no tienen valor comercial.

Y me escondo a llorar en el baño de la empresa y salgo rápido antes que mi intenso jefe salga a buscarme por todas partes, le gusta verme aquí sentada en mi puesto, despersonalizada, eso les gustaría a tantos, que uno pase por este mundo así, sin hacer mucho ruido, de la cuna a la tumba sin molestar.

Que no desconozco las bendiciones que rodean mi vida de madre con Isabella, pero que tampoco desconozco la lucha, que yo también tengo mi corazoncito

Y que sea esta canción la que me cante, y a mi "negrita"...




2 comentarios:

Argénida Romero dijo...

Abrazos. No puedo más que mandarte el aliento de mi jardín. Mujer maravillosa, en el camino las paradas de lluvia son necesarias, nos dan el aliento para alimentar las nubes de nuestro porvenir.

Se te quiere mucho

Mavi dijo...

Andre, y que harias con dinero y sin Isabella???
Dios nos manda cuanto podemos sobrellevar, ni mas, ni menos.
Ya veras que todo llega por añadidura.